La llegada

 Y llegaste. 

Cómo ola que rompe en blanco frente a la roca.

Y pasaste, cómo rey por su trono, alma abierta, corazón tierno en la boca.

Y vivimos, y reímos y nos hicimos. Construimos castillos de ventanales hundidos.

La locura nos hizo tomar el té y el vino.  Nos reimos mientras tus puños seguían tus gritos.

Me di cuenta que aunque la llama era del mismo azul, tu y yo no trazamos camino, senderos densos, sin oasis vividos.


Y nos fuimos, con cachetadas negras y ningún sonido. Cómo si no estuvieras, cómo si te hubieras ido.





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